Date: Mon, 28 Nov 2011
Hola:
Ya estoy escribiendo la continuación de la crónica sobre nuestro reciente viaje, pero las he interrumpido momentáneamente porque no resisto la tentación de compartir mis recientes experiencias gastronómicas en Bogotá. Aquí van:
El sábado pasado fuimos con Harold y Tere Gómez al Teatro Libre de Chapinero a ver El BurguésGentilhombre, protagonizada por Jean Claude Bessudo quien, para mi gran sorpresa, es un muy buen comediante, ciertamente a la altura del Teatro Libre: yo pensaba que su actuación era un gimmick publicitario: me sorprendió lo buen actor que es. Nos reímos muchísimo.
Del teatro salimos a la Zona G para cenar en el restaurante La Barra (Calle 69A # 5-08, Teléfono 321-0839; http://www.labarra.com.co), un restaurante español que nada tiene que ver con la cocina que hizo famosos a Cataluña y al País Vasco. La Barra es uno de esos "restaurantes típicos" que se identifican con panderetas, castañuelas, banderillas y cabezas de toro. Yo suponía que es la reencarnación de La Barra de la calle 22, que quedaba abajito de la tradicional Panadería El Cometa de los padres de Leo Katz, donde él se inició y que sigue haciendo delicioso pan y buenos bizcochos. Pero me estoy saliendo del tema.
La Barra de la Zona G, aunque no está en una casa republicana sino en una de estilo inglés, conserva un gran parecido físico con su antecesora, con mesas en dos pisos, paredes llenas de fotos de toreros y de corridas y mucha parafernalia taurina, pero carece del agradable ambiente que tenía su primera versión. Cuando llegamos, minutos después de las 10:00 p.m. y en medio del bullicio del vecindario, la encontramos vacía. Eso nos debió prevenir; sin embargo subimos al segundo piso donde todavía había tres o cuatro mesas terminando el postre o pagando la cuenta. Amablemente, pero con desgano, constataron que teníamos una reserva para las 10:15 p.m., nos llevaron a una mesa y nos ofrecieron su carta que es muy breve, advirtiéndonos que la cocina estaba cerrando.
Optamos por pedir tapas por las cuales La Barra fue famosa. Las opciones eran pocas: pedimos una ración de fiambre, 4 de tortilla, 2 de tomates secos, 2 de champiñones al ajillo, una de queso manchego y una porción de pan, y tomamos 2 cervezas, una Coca-Cola y una botellita de agua mineral. Lo que comimos no estaba mal, pero tampoco muy bien. Las porciones en cambio resultaron ser para dieta: las tajadas del fiambre y del queso eran tan finas que parecían translucidas, y las raciones de tortilla resultaron ser apenas gajitos. Lo que si nos pareció extraordinario fue el precio: nos cobraron $ 207.467. Repito: doscientos siete mil cuatrocientos sesenta y siete pesos.
En la Escala de Zagat (de 1 pésimo, a 30 absoluta perfección) calificaría La Barra así: Comida 19; Ambiente 20; Servicio 20; Precio: Carísimo. En la Escala de Jaeckel (Categorías A: no debí haber ido; B: fui y no pasó nada; C: podría volver; D: uno de mis favoritos) lo califico con una rotunda A: aunque objetivamente hablando la comida es pasable, el local no es feo y el servicio hace lo que puede, la relación costo / beneficio es atroz.
El domingo almorzamos tarde (5:00 p.m.) en Usaquén en el restaurante Patagonia, Asados del Sur (Calle 120-A # 6-30, Teléfono 620-2406), un restaurante que empezó hace casi tres lustros en la Calle 117, arriba de la Séptima, y tuvo mucho éxito haciendo una sola cosa que hace muy bien: asar. Asando carnes se expandió a la Candelaria, y el año pasado cambió a su presente ubicación que es bastante mas grande. Ha abierto también en la ciudad amurallada de Cartagena. Pese a que Patagonia, tanto por carta como por decoración (paredes repletas de fotos de Gardel, Evita, futbolistas, camisetas de equipos populares, placas de calles porteñas, mas herraduras y banderas argentinas y música de tango permanente), cae en la categoría de "típico" a la cual le tengo fobia, me gustó.
Lo más importante en Patagonia es la parrilla que está a la vista, como corresponde. La carta es corta y clásica: asados de los cortes argentinos tradicionales. Fuera de eso ofrece unas cuantas entradas igualmente clásicas. Nada novedoso pero si muy bien preparado. Para empezar pedimos la Provoletta a la Parrilla – deliciosa – y luego el Bife de Chorizo – excelente – y el Cordero a la Parrilla – no igualmente bueno. De postre pedimos el Flan con Dulce de Leche - muy bueno – y los Panqueques de Arequipe – dignos de Crepes & Waffles. Todo lo anterior nos fue servido en una mesita tan diminuta que parecía de avión (clase turista). Esa incomodidad fue ampliamente compensada por la amabilidad del personal que aún en Bogotá, ciudad privilegiada por buen servicio, nos pareció excepcional.
En la Escala de Zagat yo calificaría a Patagonia asi: Comida 25; Ambiente 21; Servicio 28; Precio: Razonable si se piden medias porciones que son suficiente para satisfacer hasta un gran apetito. En la Escala de Jaeckel lo pongo en la Categoría C: es lo suficientemente agradable como para volver.
Para terminar quiero darle gusto a mi vanidad informando que he llegado al grado de Grand Commandeur al haber cumplido 30 años continuos en mi Cofradía, la Chaine des Rotisseurs, honor que comparto con Gustavo Barrios, Fernando España (padre) y Arturo Zuluaga, todos fundadores del Baillage colombiano. La insignia me fue entregada por Santiago Padilla, el Bailli Nacional, en la Cena Anual de Entronización de nuevos miembros que tuvo lugar el pasado viernes en el Club El Nogal, la cual no puedo dejar de mencionar porque fue una de las mejores cenas que he comido en años recientes.
El salón en que la sirvieron en una sola mesa para 50 o más asistentes, estaba espectacular: para mi tenía un aire de banquete en los tiempos de Reza Pahlevi, el Sha de Irán. El servicio fue impecable y el menú de siete pasos, preparado por nuestro cofrade Humberto Sánchez, absolutamente delicioso. Quiero mencionar algunos platos, por si los encuentras en la carta de El Nogal: el Tartare de Lomito , la Ensalada de Langosta con Sandía y Coco, el Zucca con Mariscos y Azafrán, y el postre Especial de Chocolate con Bizcocho de Yogurt (el "especial de chocolate" es un pequeñísimo bonsái absolutamente delicioso). Los cofrades que no asistieron a esta cena se perdieron algo inolvidable.
Si a los banquetes se les pudiera aplicar la Escala de Zagat, a este yo le pondría 30 en todo. Felicitaciones a los organizadores. Se lucieron.
Y una nota final: estoy impresionado con la cantidad de visitas que ha tenido mi blog http://www.cronicasdejaeckel.blogspot.com/. Me sorprende que tanta gente se interese en una colección de crónicas que constan exclusivamente de notas y opiniones muy personales que escribo por pura diversión para mis amigos.
Hasta la próxima,
Juan Jorge Jaeckel
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