No es barato, pero aún se puede comer bien por debajo de $ 40.000 p.p.
Hola:
Gloria, nuestra ya tantas veces mencionada cocinera, tuvo que regresar a Boyacá porque se le enfermó una vaca en una tierrita que tiene en su nativa Saboya. Como resultado comimos fuera todo el pasado fin de semana. Eso no tiene nada de raro excepto que fuimos a cuatro sitios, comimos muy bien en cada uno de ellos – y esto es lo sorprendente – no nos quebramos en el proceso! Por eso voy a compartir nuestras experiencias.
Daniel, Dine & Wine (Calle 73 # 9 –70, Teléfono 249-3404, http://daniel.com.co) es algo diferente en Bogotá, una ciudad en que tenemos de todo. Y es diferente porque es de todo: sobre esto, mas, adelante. Daniel D&W es creación de Daniel Gómez, un cerebro fugado que estudió en el Cullinary Institute en Nueva York, cocinó en restaurantes con estrellas Michelin en Barcelona y Milán, se trasladó a Sin City donde se certificó de Sommelier y manejo restaurantes en el Mandalay, el Venetian y el Trump Tower.
Gómez regreso recientemente al país para montar su propio restaurante que es indefinible. Queda en una casa de ladrillo "estilo inglés" construida en la época en que se llegaba a la Avenida Chile en tranvías rojos y plateados, modelo Nemesia (por el alcalde Nemesio Camacho) o Lorencita (por la señora del presidente Eduardo Santos). Daniel D & W abre a las 9 de la mañana y cierra cuando se va el último cliente: se puede ir a cualquier hora para lo que uno quiera porque es restaurante formal, restaurante informal, tapería, bar, wine bar, salón de té y hasta desayunadero porque ofrece Brunch los fines de semana…..: comer, beber, charlar, hacer negocios (queda en la zona financiera). Para eso dispone de ocho ambientes diferentes que van de comedores formales hasta terrazas al aire libre pasando por un bar neoyorkino (con cierto humor negro porque en un rincón tiene un perfil metálico de las torres gemelas), una biblioteca inglesa, y la cubierta de un velero. Supongo yo que cuando Daniel concibió su restaurante, en el fondo de su inconsciente tenía un nano-resort de Las Vegas.
Pero vamos a lo importante, la comida. Para Lunch y Dinner ofrece una buena variedad de platos de diferentes orígenes, todos en presentaciones muy contemporáneas, con énfasis en platos ligeros al almuerzo cuando muy pocos llegan a los veintitantos pesos, y platos mas sofisticados a la comida en que solo tres pasan de los $ 30.000. Al almuerzo también ofrece un Menú del Día en que dos pasos valen $17.000 y tres $ 23.000. Lo que Yarka y yo comimos nos gustó pero, por lo extensa de la carta, tendré que ir varias veces más para poder recomendar responsablemente algunos platos.
La carta de vinos es igualmente extensa y bien seleccionada; lo que más me llamó la atención es la funcional forma en que está organizada, que hace muy fácil hacer el maridaje que a uno le plazca. Estos son ejemplos de algunas categorías: Burbujeantes, Blancos Ligeros y Refrescantes, Blancos con Cuerpo de Tintos, Tintos con Cuerpo de Blancos, Tintos Suaves y Aromáticos, Tintos con Mucho Cuerpo. Dentro de estas categorías están listados con Bodega, Cepa y Origen, en orden ascendente de precio, que en la mayor parte de las categorías arranca alrededor de $ 40.000.
Para tomar onces la oferta de tés es digna de un hotel londinense, pero no tienen ni cucumber sandwiches ni scones , whipped cream and jams, de manera que no es exactamente un English Afternoon Tea. En cambio sí tienen una buena selección de repostería, además de cafés. Para el Happy Hour hay una carta de licores (en tragos dobles), cervezas y tapas muy variadas, todas a $ 7.000 por ración.
En servicio Daniel D&W tiene detalles que me llamaron la atención: es de los pocos restaurantes que ofrecen agua sin cobrarla, y la sirven sin hielo como lo exige la Guia Michelin. Las servilletas tienen un ojal para que uno se las pueda colgar a la camisa, sin tener que metérselas al cuello o hacer malabares con el saco. Los meseros son eficientes conocedores y amables.
En resumen, Daniel D&W ofrece de todo a todo tipo de cliente, a precios razonables. En la Escala de Zagat (de 0 = pésimo a 30 = absoluta perfección) le pondría Comida: 24; Ambiente: 24; Servicio: 24; Precio: No descuadra el bolsillo. En la Escala de Jaeckel (Categorías A: no debí haber ido; B: fui y no pasó nada; C: fui y podría volver; D: uno de mis favoritos), lo califico con una C: me impresionó la excelente relación costo/beneficio.
Otro restaurante que no descuadra el bolsillo es Diana Garcia, Chef en Movimiento, (Carrera 7 # 70-94, Teléfono 321-3431, http://www.chefenmovimiento.com/home.html). Diana García, exalumna del Cullinary Institute, es una de las cocineras con muchos pergaminos y su restaurante es una fusión de alta cocina con cocina costeña, monteriana, para ser más específico, y de restaurante sencillo con restaurante sofisticado. Queda en pequeño local de esquina en la Séptima con 71, que aprovecha al máximo sin congestionarlo: con la terraza (sobre la Séptima!), tiene casi 30 mesas. El amoblamiento es muy sencillo, casi de cafetería, pero las mesas están muy bien puestas y con una bonita vajilla. La cocina, muy bien equipada y organizada, parece el galley de un barco. Los meseros son muy amables, están bien informados y atienden rápidamente. Se come muy sabroso y todo es eficiente, funciona divinamente……. de ahí la segunda parte del nombre: "chef en movimiento".
Diana García enfocó su restaurante a una clientela muy específica: la gente que trabaja en el sector financiero de la Avenida Chile, una clientela compuesta en buena parte por yuppies – generalmente identificados con almuerzos de 3 Martinis – pero que también son workoholics y por lo tanto las más de las veces tienen poco tiempo para almorzar. Por eso Diana García tiene dos cartas: uno para la mañana, compuesta básicamente platos de desayuno como omeletas pero no los componentes habituales, y otras preparaciones de huevos también poco acostumbradas, sándwiches y wraps con rellenos poco usuales, y algunas opciones dulces como varias preparaciones de tostadas francesas, cereales y panqueques. Todos los desayunos valen menos de $ 15.000, excepto los que incluyen Salmon Ahumado, que de todas maneras están por debajo de $ 20.000.
El menú de la tarde viene con platos para el almuerzo y a simple vista parece bastante convencional: sopas, ensaladas, platos fuertes, y para los que quieren almorzar ligero (sea rápido y/o sea liviano) sándwiches y wraps. Aunque es muy variado e incluye algo para todos los gustos, si lo miras con atención notas una propensión por platos identificados con la Costa. Si lo analiza con detenimiento descubres que no hay en él nada que sea común: cuando empiezas a comer te das cuenta que este es un restaurante de Alta Cocina camuflado de cafetería. Solo he tenido ocasión de probar unos pocos platos, de los cuales quiero destacar dos que son costeños: la Posta Negra Monteriana ($ 20.900) y el Pie de Mamey ($ 5.300). Todo lo que ofrece esta carta está en $20.000 o menos, excepto los de una pequeña sección de seis platos titulada "Lo Nuevo de Diana" que están entre $ 35.00 y $ 40.000: se ven muy buenos, pero no más interesantes que todos los demás. La selección de vinos es limitada pero bien seleccionada e igualmente a precios muy razonables.
Para las onces Diana García tiene una amplia selección de pastelería hecha en casa y una buena variedad de cafés. No hay menú para la noche, porque cierra a las 5:00 p.m. Esto es de lunes a viernes. Los sábados abre hasta las 4:00.p.m., ya no para yuppies sino para gente del común, por lo cual ambas cartas incluyen platos para niños.
En resumen, Diana García es un caso extraño: un restaurante de alta gama disfrazado de Coffee Shop. En la Escala de Zagat lo califico Comida: 27; Ambiente: 22; Servicio: 25; Precio: Muy Razonable. En la Escala de Jaeckel está en la Categoría D: tiene una de las mejores relaciones costo/beneficio de la ciudad. Se come muy bien, el servicio es rápido, los platos, que no son usuales, están a precios muy razonables. ¿Que más se puede pedir?
El Comedor (Carrera 5 # 74-52, Teléfono 474-3847) es el tercer restaurante con precios razonables que encontramos en el fin de semana. Yo lo conocía de oídas porque es uno de los favoritos de mi hijo Jorge, pero no había tenido oportunidad de visitarlo. Queda en el extremo norte de la Zona G, y ocupa la estrecha planta baja de una vieja casa "estilo inglés" convertida en área social del pequeño Hotel BH La Quinta de algo más de 30 habitaciones. La decoración esta entre tradicional y sobrio contemporáneo, y a pesar de estar – por la forma de la construcción - dividido en varios ambientes es muy eficiente y logra ubicar una veintena de mesas en un pequeño espacio, muy a lo restaurante en casa brownstone neoyorquino. Todo esto en un ambiente informalmente tranquilo y acogedor.
El Comedor es el único comedor del hotel y como tal se mantiene abierto desde el amanecer para desayunos hasta tarde por la noche para cenas, aunque cierra los domingos. Por la misma razón su oferta tiene que ser variada y de general aceptación. Incluye platos de múltiples orígenes: franceses, españoles, italianos (tienen un estupendo Risotto con Camarones $ 25.900), carnes en varias preparaciones, aunque dominan las mas tradicionales y abundan los estofados (muy recomendable el de cordero $ 37.500). El plato de la casa es el Pollo a la Sal ($ 65.900 para dos personas), pero hay que reservarlo, porque generalmente se acaba. Las porciones, son bastante generosas y las presentaciones son atractivas. La mayoría de las entradas están por debajo de los $ 30.000 .Los postres también son variados, muy ricos y valen todos $ 10.500.
En la Escala de Zagat le pondría Comida: 25; Ambiente: 24; Servicio: 23; Precio: Aceptables. En la Escala de Jaeckel está en la Categoria C: Buena comida en un ambiente cómodo y tranquilo, a precios que hoy en día – comparados con restaurantes similares – parecen muy razonables.
El domingo por la noche, cuando las opciones de comer fuera de casa son absurdamente limitadas, fuimos a cenar en un sitio al que recurrimos con frecuencia: La Hamburguesería (sucursal en Emaús: Calle 70 # 4-69, Teléfono 321-3350, http://lahamburgueseria.com/) que está abierto los domingos hasta las 10:00 p.m. Forma parte de una cadena de 8 restaurantes (también tienen 3 puestos en Plazas de Comidas de centros comerciales) que sigue creciendo, lo cual no puede tener sino una sola razón: sirven comida sabrosa (hamburguesas y otros platos) en porciones grandes a precios razonables y los sirven en ambientes agradables. La carta incluye desayunos, sopas, ensaladas y sándwiches, y es sumamente larga por la cantidad de variaciones que ofrecen tanto de hamburguesas como de platos tex-mex, casi todo por debajo de $20.000.
En fines de semana algunos de los locales, aprovechando que están abiertos hasta tarde, ofrecen música en vivo, generalmente por el lado del Jazz. En la Escala de Zagat calificaría La Hamburguesería asi: Comida: 23; Ambiente: 23; Servicio: 23; Precio: Razonable. En la Escala de Jaeckel la pongo en la Categoría C: un buen recurso, especialmente los domingos cuando otras opciones ya han cerrado.
Lo que me trae al tema de los generalmente menospreciados restaurantes de cadena. Sí, las cadenas que sirven en el mostrador distan mucho de servir preparaciones para gourmets, pero gourmet no es lo que están esperando los que hacen su pedido, lo pagan y esperan que los entreguen en una bandeja.
La misma lógica aplica a los restaurantes de cadena con servicio a la mesa, como Wok, Archie's, Oma, y por si hay alguna duda Crepes & Waffles, que para mí es la prueba viva de que "Bueno, Bonita y Barato" es la fórmula del éxito, también en gastronomía (en la Escala de Jaeckel Crepes & Waffles está en la Categoría D). Puede que no sea Alta Cocina, pero se come muy bien!
El hecho es que para llegar a formar una cadena es imperativo que lo que prepara y venda un restaurante – sea de servicio de mostrador o a la mesa – esté muy bien preparado y se ajuste al gusto de público, porque de lo contrario no podría vender miles y miles de los mismos platos en decenas y cientos de locales, todos casi iguales. Vox populi vox Dei. O como decía en Doctor Gómez Hurtado: "a la gente hay que creerle".
¡Que tengas un buen fin de semana!
Juan Jorge Jaeckel
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