Date: Sat, 18 Jun 2011
Hola:
Desde nuestro regreso del crucero con los nietos - y hasta hace pocos días - hemos estado sin Gloria, nuestra fiel cocinera por mas de 15 años, quien por razones familiares tuvo que permanecer varias semanas en su natal Saboyá, donde no solo regalan las cucharitas de hueso que se le pierden a Jorge Velosa sino que les enseñan a las niñas la buena sazón boyacense. Esa ausencia nos dio la oportunidad de alimentarnos en restaurantes con mayor frecuencia de lo usual. Como conservo la obsesión de opinar sobre restaurante que a fines de los años 60's - y hasta pasar con creces los 90 kilos - me llevó a escribir en Cromos y luego en El Espectador, voy a compartir al menos un párrafo o dos sobre algunos de ellos. Aquí van:
El Restaurante Le Grillon (Carrera 14 # 77-21 piso 5, Teléfono 257-6452) es algo raro en Bogotá: queda en el quinto piso de un edificio de apartamentos (que yo recuerde solo hay otro, ese español, en la calle 100 encima de una Papelería Panamericana, pero creo que cerró). El local es muy sencillo: es un apartamento y una pequeña terraza con vista a los hermosos cerros orientales si miras a la distancia, y los techos de Eternit de El Lago si bajas la mirada. Le han unas mínimas alteraciones y le han agregado pocas y sencillas decoraciones con un ligero toque parisino: en total le cabrán unas 30 persona. En ambiente y sobre todo en la carta es un bistró, tal y como lo define el diccionario: comida francesa en un ambiente casero. Thierry Boccali, el chef, ofrece los mas tradicionales platos, muy binen preparados, y los cambia de acuerdo con el mercado.
En la Escala de Zagat (de 1= pésimo a 30 = absoluta perfección) yo lo califico así: Comida: 24, Ambiente: 22, Servicio: 23; Precio: Razonable. En la Escala de Jaeckel (Categorías A: no debí haber ido; B: fui y no pasó nada; C: fui y podría volver; D: uno de mis favoritos) lo pongo en C: de hecho hemos vuelto varias veces por una razón muy importante, especialmente en días lluviosos: el parqueadero del restaurante queda en el sótano y uno no se moja.
Un día fuimos a almorzar al restaurante del Hotel Cité, (Carrera 15 # 88-10, Teléfono 646-7777, www.citehotel.com ), uno de los nuevos hoteles boutique (este tiene 88 habitaciones) que se han regado por el norte de Bogotá. Me pareció muy lindo, muy bien organizado y con servicios que no son usuales como una piscina de 13 metros y agua tibia en la azotea, y bicicletas, sin costo, que están a disposición de los huéspedes. Después me enteré que forma parte de una nueva cadena hotelera llamada Cosmos, que gerencia Manfred Linsker, quien hace 30 años, cuando era gerente operativo del Hotel Tequendama, fue el primer Argentier de la Chaine des Rotisseurs en Colombia. De ahí paso a abrir hoteles de Intercontinetal por todo México, y por saudade regreso a Colombia y se hizo cargo del Hotel Cosmos en la Calle 100 que ha hecho crecer y prosperar hasta volverlo cadena. Pero como siempre divago.
El comedor del Hotel Cite, con vista y con terraza al Parque Virrey, tiene un aspecto curioso: tiene los elementos de un café europeo de los años 30's pero esos elementos son completamente contemporáneos. ¿Extraño? Si, pero funciona. Siendo en único restaurante en un hotel dirigido a un público sofisticado pero muy variado, la corta carta tiene un poquito (una o dos opciones) de todo y para todos los gustos: ensalada, sopa, pasta, carnes, aves, peces…. hasta hamburguesas, y postres. Al probar algunos platos detecté un toque peruano. Con quien compartí mesa estuvimos de acuerdo en que todo estaba muy bien, que las salsas son sobresalientes y que la Panna Cotta es extraordinaria. En la Escala de Zagat lo califico: Comida: 24; Ambiente: 24, Servicio: 25; Precio: Muy normalito. En la Escala de Jaeckel: C, me gustó.
Una noche cenamos en el conocido Café Amarti (calle 119 # 6-24, Teléfono 214-9017), en el marco de la plaza de Usaquén. Recordábamos este restaurante italiano en una rústica casa colonial ingeniosamente restaurada, que siempre estaba llena. Tan llena que Leo Katz resolvió agrandarlo con la adición en L de una a nueva ala, en un estilo totalmente diferente, muy impactante: la adición es un largo patio cubierto, con altas paredes forradas de vegetación, con un gran ventanal a la carrera sexta al oriente y una gran pantalla en que proyectan películas (a nosotros nos tocó una de Hitchcock) al occidente. Todo esto con un amueblamiento cómodo y funcional. Es un gran recinto muy atractivo y muy impactante, muy al estilo de los nuevos restaurantes "in" bogotanos. Si has pasado por la Carrera 6ª entre calles 119 y 120 de Usaquén, posiblemente hayas visto los inmensos ventanales, pero ojo, el sur es el de Amarti, el norte es de la Cebichería La Mar, también parte de la organización de Leo Katz.
La carta de Amarti es sumamente extensa y totalmente italiana. Los platos los presentan en forma atractiva y los meseros, aunque algo inveterados, se esfuerzan por atender bien. Todo lo que probamos estaba aceptable mas no extraordinario. De destacar, la muy caracterizada salsa (mejor llamarla crema?) de atún del Vitello Tonnato ($25.000). Mis calificación en Zagat son: Comida: 22; Ambiente: 25 en la parte vieja, 28 en la parte nueva; Servicio: 24; Precio: Alto por la comida, razonable por lo lindo del restaurante. En la Escala de Jaeckel: C, volveré con visitantes de fuera: por lo bello los va a descrestar.
Desde hace tiempo Yarka y yo teníamos deseos de conocer el nuevo restaurante que abrió en Bogotá Rafael Osterling (www.rafaelosterling.com), el reconocido chef peruano cuyo Rafael fue uno de los primeros locales lindos que se volvió "in" en la Zona G. El nuevo restaurante que tiene tanto éxitos que en dos ocasiones anteriores no conseguimos reserva, se llama La Despensa de Rafael (Calle 70A No. 9-95, Teléfono: 2358878), queda en Quinta Camacho y en nada se parece al primero. Si le vamos a buscar parecidos, sería una versión limeña de una fonda paisa, pero mucho mas cara. El restaurante ocupa el antejardín y la planta baja de una casa esquinera en lo que en los 1940's llamaban "estilo inglés" a la cual Osterling le metió unos sofás y sillas y mesas de jardín, unos anaqueles de despensa con abastos y vinos, una cocina mas o menos abierta y unos avisos chistosos en la pared que me recordaron a Arrieros Semos. A Yarka le gustó mucho un cartel de Germania, la cervecería que fundó su abuelo Rudolf Kohn en 1903.
La carta es relativamente corta y mas ecléctica que peruana. La puedes ver si abres el link de arriba. Vale la pena verlo porque es un website muy ingenioso. Todo lo que comimos estaba bien, pero por tratarse de la cocina Osterling nuestras expectativas que eran muy altas no se cumplieron. En la Escala de Zagat le pondría Comida: 22; Ambiente: 20; Servicio: 24; Precio: Caro. En la Escala de Jaeckel: B, lo conocimos.
Aunque no somos muy adictos a la cocina italiana almorzamos un día en el Piccolo Caffe (Carrera 15 # 96-55, Teléfono 257-3394; http://www.piccolocaffe.com.co), un restaurante al que no habíamos ido desde hace tiempos. Yo siempre lo he asociado mentalmente con Doña Savina, y a ella con el comedor del Hotel Continental, que presidía con su esposo, el chef Cesare Mossali. En los años 60's cuando, yo trabajaba en Avianca en la Carrera 7ª almorzábamos frecuentemente allá, generalmente los miércoles en que circulaba la Tavola Fredda , un impresionante carrito de antipastos.
El Piccolo Caffe existe desde 1979, y me quedaba a poca distancia de la casa, de manera que lo frecuentaba mucho. Me gustaba no solo por la cocina sino por el ambiente sobrio, elegante, sin elementos "típicos" italianos. Era mas bien como post victoriano. Hoy el Piccolo Caffe es pura tradición: al regresar después de años me sorprendió verlo exactamente igual, sin señal alguna de añejamiento, en mint condition (que me imagino traduce a "como tasita de plata"), y con platos muy al estilo de los tiempos de Doña Savina. La carta es amplia, variada, totalmente italiana y aparece en el website. Pero no te alegres por los precios: en el mundo no hay milagros; la primera carta que publican es la de l979, y los precios son los de entonces! En mi opinión en la Escala de Zagat el Piccolo Caffe debe tener Comida: 25; Ambiente: 26; Servicio: 24; Precio: Razonable. Y en la Escala de Jaeckel: C: es gemütlich (algo mas que comodo y acogerdor) y se come muy sabroso.
Cordialmente,
JUAN JORGE JAECKEL
P.D. Una breve nota de ultima hora que va con carácter de urgencia: Donde Gilles, (carrera 13 Nº 94 – 61, Teléfono 636-16- 94, http://www.donde-gilles.com), el restaurante de Gilles Rebierre, chef miembro de la Chaine des Rotisseurs que ocasionalmente hace festivales de cocina regional francesa, está realizando uno de especialidades de Borgoña que termina el próximo domingo, 26 de Junio. Lo probamos anoche y está estupendo…. No te lo vayas a perder!
No comments:
Post a Comment