Hola:
"Si no los puedes convencer, confúndelos!"
Así tituló Francisco Cajiao el pasado martes su habitual columna en El Tiempo. Se refería a la estrategia de gobierno de nuestro alcalde Gustavo Petro.
Yo no sé que pienses tú, pero a mi no me han confundido los anuncios y tweets del alcalde, al menos en lo que a movilidad y basuras se refiere. Yo si entendí que hay un brillante y bien estructurado plan, aunque admito me tomó un tiempo descifrarlo:
Primero vino un anuncio muy "social" sobre movilidad: nuestro caritativo burgomaestre informó que no gastará ni un peso tapando los huecos en las vías mientras haya un solo niño con hambre en Bogotá. Encomiable, pienso yo, pero me quede pensando, ¿Cómo hará para llevarle la comida a ese último niño por la intransitable trocha en que en para ese entonces se habrá convertido hasta la última calle de la ciudad?
Unos días después oí el proyecto de encargar la recolección de las basuras al Acueducto y a los recicladores que ya tienen años de experiencia en destapar canecas y regar el contenido. Después de pensarlo entendí que todo es parte de un ingenioso y sofisticado plan que – sin costo alguno para el Distrito – resuelve tres grandes problemas: la movilidad, la recolección de basuras y la próxima saturación del relleno sanitario de Doña Juana.
Los pasos son los siguientes:
1. El distrito no gasta un centavo reparando las vías (como efectivamente no lo ha venido haciendo desde hace ya meses) y los huecos se vuelven cada vez más largos, anchos y profundos.
2. El 18 de Diciembre los operadores actuales dejan de recoger las basuras, las cuales se van acumulando a lo largo de todas las vías de la ciudad.
3. A los pocos días los buenos ciudadanos, desesperados por la acumulación de basura, se organizan en brigadas cívicas de voluntarios que con sus propias manos pasan la basura de los andenes a los huecos y el tráfico vehicular la compacta.
Así el doctor Petro resuelve todos los problemas: los huecos se tapan con las basuras y se restituye la movilidad; además no tendrá que encontrar un remplazo a Doña Juana que esta casi colmado. Y todo esto sin costo alguno para el Distrito.
Este es un plan "Gana-Gana" para todo Bogotá, excepto para el Concejo, porque desaparecen muchos grandes jugosos contratos que generan muy sabrosas mordidas que engordan a los honorables concejales…..
….. y esto me lleva al sabroso tema de la gastronomía:
En los últimos meses una ola de nuevos restaurantes ha cubierto a Bogotá: los han abierto en las zonas gastronómicas que son islas lúdicas en el gran mar de grafitis y huecos que es nuestra ciudad, y en los pequeños cayos que las circundan. Lo digo así para estar al día con el deplorable caso de San Andrés.
Hoy voy a escribir unas cuantas líneas sobre cuatro restaurantes nuevos que hemos disfrutado en Octubre y Noviembre. Aunque son cuatro tipos de cocina totalmente diferentes entre si tienen una cosa en común, son muy lindos: la arquitectura de restaurantes en Bogotá ha llegado a unos niveles altísimos y con cada tanda de restaurantes que abren sube un escalón mas. Esta vez solamente los voy a calificar en la Escala de Jaeckel (A: no debí haber ido; B: fui y no pasó nada; C: fui y podría volver; D: uno de mis favoritos), pero no en la Escala de Zagat (de 0 = pésimo a 30 = absoluta perfección) porque no hemos ido sino una vez lo cual me permite opinar pero no evaluar responsablemente la cocina y el servicio, a no ser que sea pésimo! ….y restaurantes pésimos no menciono a no ser que sean tan superlativamente pésimos que merezcan escarnio público.
En la Zona G abrió recientemente un restaurante especializado en comida Creole y Cajun, algo que hacia mucha falta desde que, hace años, desapareció el único que había. Quedaba en la Carrera 6-A, una cuadra al sur de la plaza de Usaquén. Tanto a Yarka como a mi se nos olvidó nombre porque nos referíamos a él, simplemente, como el restaurante de Nueva Orleans.
Muy apropiadamente el nuevo restaurante se llama Bourbon Bistro (Calle 69 A No. 5-48, Teléfono (1) 317-4515) y el Bourbon no viene del whisky sino de Bourbon Street, la calle del Dixieland Jazz. Queda en una casa que parecería imposible adaptar a restaurante: es muy angosta y alta: tiene al menos cinco niveles, más el de cocina, y en ningún nivel caben mas de 4 o 5 angostas mesas en fila. Pero ahí está. El decorado carece – afortunadamente - de elementos "típicos" de Nueva Orleans, del Rio Mississippi, o de las mansiones de las plantaciones de algodón del "Deep South" (tipo "Lo que el Viento se Llevó"), excepto por unas pequeñas arañas de cristal. Lo que si tiene es una amplia cava de vinos. Los meseros, subiendo y bajando escaleras, se vuelven verdaderos atletas.
Lo importante en Bourbon Bistro es la carta casi totalmente limitada a las sencillas, muy condimentadas y frecuentemente muy picantes preparaciones Creole o Cajun: hay Gumbo ($ 16.800), Crab Cakes ($ 9.800), Jambalaya ($ 12.900) y muchos ahumados. Los precios son razonables y el servicio – a pesar del esfuerzo físico – es también razonable. Bourbon Bistro nos gustó: en la Escala de Jaeckel tiene C. Vamos a repetir.
En el Parque de la 93, en plena esquina de la Carrera 13 con Calle 93-A, Leonor Espinosa abrió su tercer restaurante. Se llama Mercado (Calle 93-A # 12-73, teléfono (1) 236-2500) y difiere tanto de Leo, Cocina y Cava (abajito de la proscrita Plaza de Toros de Santamaría), como de La Leo, Cocina Mestiza (en el Hotel B.O.G. de la Carrera 11 entre 86 y 87), ambos excelentes. La cocina de Leo se basa en sabores e ingredientes colombianos algunos de los cuales descubre en remotas regiones: Leo es, además de excelente y creativa cocinera, una minuciosa investigadora y antropóloga. En sus dos primeros restaurantes Leo ofrece versiones muy estilizadas de platos de platos regionales colombianos. En Mercado en cambio la carta es autóctonamente urbana. El local dista de ser "típico", pero si es en un atractivo estilo rustico, informal, cómodo y bien acabado… con mucha madera, como los buenos vinos.
La carta de Mercado es sencilla: Cremas, Ceviches, Chuzos, Arroces, Cazuelas, Ensaladas, Envueltos, en preparaciones caseras con ingredientes que se consiguen en las plazas. Desafortunadamente lo que comimos no está a la altura de los otros dos restaurantes de Leo: nos pareció que la preparación estaba descuidada, unas porciones eran demasiado generosas, otras para salir con hambre. Y el servicio que nos tocó fue disparejo: el maitre muy atento, pero algunos meseros displicentes, lentos para servir, rápidos para levantar. Total: negativo. Admito que fuimos en domingo, y el restaurante estaba muy nuevo y muy lleno. Prefiero pensar que solo fue un mal día. Pero por lo que nos toco, nos pareció un lugar lindo, con una carta refrescantemente sencilla, bastante caro pero con gran necesidad de mejorar en servicio y cocina. Creo que Leo lo arreglará: ella sabe como hacerlo. De acuerdo a como nos fue le pongo apenas una B.
El restaurante nuevo que mas nos gustó se llama Nolita (Carrera 13 No. 85-25, Teléfono: (1) 610 -0080), y queda en el eje de restaurantes de la Zona Rosa, en el extremo norte de la carrera 13. Comparte cuadra, entre otros, con Casa, DiLuca, La Brasserie, Basilic en el hotel Victoria Regia, y La Biblioteca en el Hotel Charleston que fue el primero de todos y sigue siendo excelente. En tan noble compañía Nolita va a tener que ser muy bueno para no sucumbir. A mi modo de ver lo es.
Nolita es de una firma venezolana que opera tres exitosos restaurantes de alta gama en Caracas y se ve que saben lo que están haciendo. Lo que más nos llamó la atención es lo agradable que es en ambiente: queda en una casa de fines de los años 50's, muy del estilo neutro predomínate en esa época. El decorado es retro, con sobria y tranquila elegancia - casi hogareña - de estrato 6. No es muy grande. Tiene las mesas distribuidas en varios ambientes, inclusive en una terraza cubierta y calentada, cosa que ya parece ser un requisito de la gastronomía actual.
La carta de Nolita no es extensa pero si es muy variada: tiene algo para todos los gustos. Según nos dijeron tienen pensado cambiarla periódica y frecuentemente. Si vas y todavía están en la carta, te recomiendo los Mejillones Fritos ($ 32.500): son un plato raro que me gustó mucho.
Aunque he oído algunos comentarios desfavorables sobre este restaurante, los atribuyo a los altos precios. A pesar de ellos, en la Escala de Jaeckel yo lo califico con una gran D: va a ser uno de nuestros favoritos Desafortunadamente– en restaurantes y en todo – lo que mas nos gusta, casi siempre, es caro!
El mas nuevo de los restaurantes que hemos probado es Upper Side 81st Street (Carrera 13 No. 81-24, Piso 4, Teléfono (1) 530- 4490) que apenas debutó hace algo mas de un mes. Este restaurante es una rareza: para llegar a él hay que tomar un ascensor porque queda en un cuarto piso. Lo ocupa todo, e incluye una terraza ingeniosamente aislada y climatizada que la hace útil, no importa frio, calor, lluvia y/o vientos. Los dueños pensaron en todo: si tiene mucho éxito lo pueden expandir al quinto piso que es la azotea.
Upper Side (me pregunto ¿East o West?) tiene un ambiente muy contemporáneo, minimalista, con blanco como color dominante, muy, muy bonito; tiene tres ambientes colindantes, abiertos, y bien definidos. La cocina con su horno de ladrillo esta a la vista: según me dicen lo utilizan exclusivamente para las langostas que sirven en el "gastro-bar".
El restaurante solo tiene un problema, el menú (esta escrito en spanglish, mezcla libremente palabras en español e ingles y omite tres ceros en los precios lo que hace pensar que esta cotizando en dólares) ofrece cocina neoyorkina, cosa que no existe. Nueva York es una Meca Gastronómica, pero no por tener una cocina propia, sino porque conserva las cocinas de casi todas sus múltiples inmigraciones. Si alguien me exige a nombrar un plato típico neoyorkino tendría que responder "la hamburguesa" que, como su nombre claramente indica, que es alemana.
Almorcé en Upper Side empezando con Made in Colombia Rolls ($ 16 + 3 ceros) que son Spring Rolls orientales rellenos de lechona muy tolimense un mojo cubano. Cotinué con el Murray Hill Tandoori Chicken ($ 28 +3 ceros) que es un pollo marinado en yogurt con chutney que debería ser preparado en un horno vertical de pierda tandoori, muy hindú. Terminé con un Mississipi Mud Pie ($ 15 + 3 ceros), un delicioso pequeño pastel con base de galletas Oreo rellena de mousse de chocolate servido con helado: el rio de Nueva York es el Hudson. La comida me pareció buena pero, pero lo que mas me gustó es el aspecto y el ambiente.
En resumen: Upper Side que es uno de los restaurantes mas lindos de Bogotá, es mas bonito que bueno. Lo califico con una C- : es posible que regresemos.
Tengo mas crónicas, pero será en los próximos días. Las que he escrito recientemente las puedes encontrar en http://www.cronicasdejaeckel.blogspot.com .
Un abrazo,
JUAN JORGE JAECKEL
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