Sunday, February 17, 2013

Curaçao- 2013

  

Hola:

Yarka acaba de cumplir años y para celebrarlo fuimos por unos días a  Curaçao: nunca habíamos estado es esa isla y teníamos curiosidad de conocerla.

Para principiar unos cuantos datos: Curaçao, con una población de algo menos de 160.000 habitantes (como La Guajira),  es un país independiente dentro del Reino de Holanda. Queda pegada a Venezuela, a menos distancia  que Chocontá está de la Plaza de Bolivar; en clima y  geografía se asemeja a La Guajira; la población es predominantemente negra y 80% católica; el nivel de vida es de los mas altos del Caribe; las principales actividades económicas son comercio, turismo y servicios financieros: la famosa refinería que ya tiene 98 años, y fue su principal actividad por muchas décadas, esta alquilada a PDVSA y ha perdido importancia.

Llegamos a Curaçao en Avianca que tiene servicio diario (excepto los martes, fuera de temporada). Nos sorprendió que el vuelo estaba prácticamente lleno: me enteré que eso es lo usual porque– gracias al reconocidamente excelente servicio de Avianca - Bogotá se ha vuelto en el principal punto de conexión entre la isla y Sur América.

Al bajar del avión lo primero que nos sorprendió fue la gente que es queridísima. Todos son poliglotas; en lo que uno les hable le contestan. Todos hablan al menos cuatro idiomas. Porqué? Los dos idiomas oficiales, Holandés y Papiamentu (así con U, porque Papiamento con O es el dialecto que hablan en Aruba y Bonaire), los enseñan desde el primer grado. Como obviamente con esos dos idiomas los niños no puede ir muy lejos, a partir del quinto grado tanto el español como el inglés son obligatorios. Resultado: todos, desde muy niños, son completamente fluidos en cuatro idiomas totalmente disimiles: de ahí en adelante aprender uno o dos idiomas  mas no tiene problema!

La vida de Curaçao se centra en Willemstad, la capital y única ciudad,  con una población alrededor de 140.000, similar a la del casco urbano de Florencia (la de Caquetá, Colombia) pero mucho mas cosmopolita: queda a ambos lados del estrecho que da entrada a la Bahía de Santa Ana que es un gran puerto natural. El lado este – el más comercial - se llama Punda. El otro lado, con mucha lógica se llama Otrabanda. Al fondo de la bahía, pero algo escondida, queda  la refinería.

Punda y Otrabanda se unen con un largo puente peatonal flotante - se llama Reina Emma -  que abre cuando hay que dar paso a los barcos cisterna que llevan petróleo y sacan combustible de la refinería, a los barcos de cruceros que traen turistas ávidos de compras, y a las lanchas que llegan de Porlamar en Venezuela y van directamente al pintoresco Mercado Flotante de frutas y verduras del que se abastece toda la isla ya que en ella casi nada se cultiva. Cuando el puente abre– con típica eficiencia holandesa - empiezan a funcionar dos transbordadores para que los peatones puedan continuar pasando.

El puente flotante con sus 16 pontones, dos cuadras de largo  y movido por dos motores marinos instalados en una de sus puntas, es uno de los grandes atractivos de la pequeña ciudad. Otro es el comercio que va de tiendas de baratijas a elegantes a lujosos almacenes de marcas  y son la meta de las hordas de desbocados compradores que sueltan los barcos de crucero.

El centro de Punda es muy holandés en arquitectura, aspecto, organización, limpieza – todo lo bueno – que se asocia con Holanda. Su mayor  atractivo es Handelskade, la calle que da frente a la bahía, con casas angostas de al menos cuatro pisos, gablete (techo de dos aguas), como las que dan a los canales de Ámsterdam y que aparecen en todo lo que tiene que ver con Curaçao,  inclusive en las placas de los carros. La calle en sí es un malecón con un continuo de tiendas y placenteros cafés al aire libre.

Otro atractivo en Punda es la Sinagoga Mikve Israel-Emanuel que data de 1753 y es la mas antigua en operación continua en el continente americano. Fue construida por la comunidad sefardita portuguesa que llegó a la isla en 1659, de la cual originan familias tan prominentes en  Curaçao como los Olivera, Henriquez, Maduro, Capriles, de Castro, Lopez Penha, Senior, Mendes.  Es una joya histórica.  

Al otro lado del puente, en Otrabanda,  justifica una visita al Fuerte Rif, construido en 1828 frente al más antiguo Fort Amsterdam en Punda para proteger y poder cerrar la entrada a la bahía: algo asi como los  Fuertes de San Fernando y San Jose en  Bocachica que cierran la entrada a la Bahía de Cartagena. Hoy el interior de Rif Fort es un alegre centro comercial con bares, restaurantes y tiendas, pero  más sobre el tema mas adelante.

También en Otrabanda queda el Museo de la Esclavitud que es deprimente pero debe ser visto: en él uno empieza a comprender el horror que fue esa práctica comercial que por siglos causo tantos sufrimientos e hizo tantas grandes fortunas (como Barclays Bank y Lloyds de Londres, según el Museo) y aprende que el pasado de esa gente que irradia alegría no fue feliz.

En 1626 la Geoctroyeerde Westindische Compagnie (Chartered West India Company) estableció en el magnífico puerto natural de Willemstad  su base para el comercio de esclavos. Empresarios portugueses se los traían principalmente de Mali. Hombres de negocios españoles se los compraban.  Corsarios ingleses se los trataban de robar. Como todos querían controlar el puerto, la isla descubierta por españoles, cambio de manos muchas veces entre ingleses, franceses y holandéses.

El puerto lo frecuentaban bucaneros, piratas, corsarios y filibusteros de todas las banderas en viajes de negocios o visitas de reposo. Todo esto hasta que en 1815, al final de las Guerras Napoleónicas, Curaçao quedó en tranquila posesión de Holanda  que de ahí en adelante pudo continuar, sin sobresaltos, la trata de negros hasta que finalmente abolió la esclavitud en 1863.

La isla es plana por lo cual es virgen de paisajes. Y es árida por lo cual produce poco: le dimos toda la vuelta y no vimos ni una granja ni una vaca. Vimos en cambio muchos cactos, matorral y árboles de dividivi: todo verde, pero nada que se pueda comer.

Las playas  de Curaçao son diminutas y algunas son muy lindas. Están en pequeñas bahías en el lado sur de la isla. Fuera de nadadores abundan los buceadores, tanto con tubos de snorkel como con tanques de oxígeno. Los paisajes que escasean en tierra abundan bajo el mar. Fuera de eso hay unos pocos diminutos pueblos sin mayores atractivos y unos cuantos resorts entre ellos uno muy completo que se llama Kura Hulanda Lodge. (http://www.kurahulanda.com/lodge) que ofrece algo de todo.

Nosotros nos alojamos en el Renaissance Curaçao Resort & Casino (Baden Powellweg 1,Willemstad, teléfono  599-9-4355000, http://www.marriott.com/hotels/travel/curbr-renaissance-curacao-resort-and-casino/). Queda en Otrabanda, y es un hotel muy peculiar: es un resort de playa que queda en medio de un gran Centro Comercial que incorpora el histórico Rif Fort y está a 500 metros del centro de la ciudad. Me explico: hace unos pocos años unos empresarios, viendo el pintoresco fuerte casi abandonado, optaron por desarrollar en él y en sus alrededores un centro comercial y turístico.

En el centro comercial hay boutiques de todo género, bares, restaurantes y un hotel como ancla. Para hacerlo también resort trataron de recuperar, sin mucho éxito, la playa por lo cual decidieron hacer con frente al hotel y al mar una piscina de agua salada de al menos cien metros de larga, formada  por un muro de contención que sube un metro por encima del nivel de la marea alta y una playa de arena muy blanca. Resultado?  Una playa sobre un tranquilo espejo de agua con vista infinita, tan agradable que hasta Yarka y yo que no somos gente de playa, pasamos largos ratos disfrutándola.

El Renaissance es excelente; con lo único que no concordamos es con los colorines del lobby. En la Escala de Jaeckel  (A: no debí haber ido; B: fui y no pasó nada; C: fui y podría volver; D: uno de mis favoritos) lo califico con D: cuando regresemos a Curaçao (que ojala sea pronto) seguramente  nos alojaremos en  él.

Y esto me lleva a mi tema favorito: la gastronomía. Pudimos  comprobar porqué Curaçao tiene una justificada fama de ser meca para glotones: hablando con los que saben nos enteramos que esta pequeña isla tiene al menos 25 restaurantes de primera categoría. Obviamente solo pudimos conocer unos pocos y en todos, menos uno, nos fue muy bien. Dos de los mejores son de cofrades de la Chaine des Rotisseurs que en la pequeña isla tiene un baillage con mas de 60 miembros.

The Wine Cellar (Concordiastraat z/n, Curaçao, teléfono: +599-9-560-6589,  http://www.winecellar.an/ ), rankeado por Trip Advisor como #1 entre 76 restaurantes en Willemstad, es un pequeño local en las afueras de Punda, con máximo docena y media de mesas en dos ambientes agradables pero sin nada especial. El restaurante es manejado desde hace cerca de 40 años por Nico Cornelisse, el Bailli Delegue en las Antillas Holandesas, Cuando digo "manejado"  quiero decir que Nico hace todo: hace las compras, cocina, prepara las cuentas, y hasta lleva y trae a algunos de los comensales. También, con la ayuda del mayor de sus hijos, atiende el bar y el comedor. Por ser el factótum de su restaurante  Nico Cornelisse me recordó al checo Jorge Verner, cuyo Restaurante Verner's, frente a la Pila de La Rebeca en la Calle 25 con Carrera 13, fue en los años 50's uno de los mejores de Bogotá, una época en que en la ciudad también funcionaban los restaurantes de grandes maestros de la cocina como François Koster, Marcel Goré, y los hermanos Max y Jack Temel. (Ver  http://cronicasdejaeckel.blogspot.com/search/label/varios%3A%20Comer%20mal%20en%20Bogot%C3%A1%20es%20un%20pecado ). Recordar esos restaurantes aún me hace salivar.

La carta del Wine Cellar es francesa y muy tradicional; en boca se nota no solo el ojo sino también la mano del amo: armamos una pequeña degustación y todo lo que probamos estaba perfecto. Si me preguntas cual de esos platos recomiendo tendría que contestar todos.  En la Escala de Zagat (de 0 = pésimo a 30 = absoluta perfección) yo lo calificaría Comida: 28; Ambiente: 23; Servicio: 26; Precio: De acuerdo con la calidad de la cocina. En la Escala de Jaeckel tiene una gran D: es de los mejores que hemos conocido!

Otro restaurante que merece una visita es el Bistro le Clochard (Rif Fort unit 1, Curaçao,  teléfono: +599-9-462-5666,  www.bistroleclochard.com ), uno de los mas espectaculares de la isla. En 1978 nuestro cofrade Freddie Berends, Chancelier Honoraire del Baillage, lo abrió en el entonces casi abandonado Fuerte Rif. En el curso de los años lo fue arreglando  hasta que en el 2008, con la apertura del Hotel Renaisance  al pie del fuerte, y del Centro Comercial Renaissance que lo incluye, escaló a su elegante presente curubito. Freddie murió recientemente pero su hijo Ghislain le está siguiendo los pasos.

El Bistro le Clochard no es un restaurante convencional: Freddie adaptó una sección de las bóvedas como elegantes comedores y los amobló con arañas de cristal, mesas y sillas de pesada madera, sillones de cuero, finos objetos decorativos…. lo que uno espera encontrar en el castillo de algún  noble que aún no ha sido arruinado por los impuestos. También le hizo una  terraza sobre la bahía, cubierta por una gran vela de lona, con vista sobre ambos lados del Puente Flotante, la emblemática  Handelskade con sus casas con gabletes, el puerto de cruceros, el Palacio del Gobernador. La vista es a la vez romántica y grandiosa. Ahí celebramos el cumpleaños de Yarka.

Esa noche vimos en la carta que es francesa con algo de suiza, algo tan raro, tan distinto que lo quisimos probar pero en la terraza no nos lo podían servir. Por eso decidimos regresar para probarlo. Se llama La Potence, en honor  de una de las armas de escisión medioevales mas horripilantes: el palo con una cadena de la cual cuelga una pesada y puntuda bola de hierro: te imaginaras el daño que puede causar. Pues resulta que alguien se inspiró en esa bola, cambió las puntas por ganchos, calentó la bola al máximo, le insertó pequeños trozos de carne, la colgó encima de un lecho de arroz y la flambeó. Resultado: un gran espectáculo con llamas y todo y una carne que es como un Fondue de Carne Bourguignonne pero sin  aceite: es delicioso. No lo sirven en la terraza porque la brisa haría incontralables las llamas.

En la Escala de Zagat yo calificaría el Bistro le Clochard así: Comida: 27; Ambiente: 29; Servicio: 24; Precio: Caro, pero vale la pena. En la Escala de Jaeckel recibe una D: si o cuando volvamos a Curaçao repetiremos!

En el Fuerte Rif hay varios restaurantes más y como nos quedaba a 100 metros del hotel fuimos a otro que vimos desde la piscina/playa del hotel: está en una plazoleta encima de la muralla y tiene un amplio balcón de madera que se proyecta por encima del mar: la ubicación se ve – y efectivamente es – espectacular.  Se llama Steak and Ribs (Rif Fort Village , 313 – 314, Willemstad, Curaçao, teléfono  +599-9-462-9454). Con Yarka estamos de acuerdo en que es muy lindo, que el servicio es menos que mediocre y que los precios son escandalosamente caros.

En lo que no estamos de acuerdo es en la comida: Yarka, con la lógica que la caracteriza, en un restaurante que se llama Steak and Ribs optó por Costillas de Res, a pesar de que en Nashville, hace apenas un mes, habíamos ingerido una sobredosis. Y le resultaron excelentes. Yo, que soy un apasionado de los frutos del mar, pedí cangrejo y quedé absolutamente decepcionado. En la Escala de Zagat las calificaciones serían Comida, según Yarka: 26; Comida, según Juan Jorge: 15; Ambiente: 26; Servicio: 19; Precio: Escandalosamente caro. En la Escala de Jaeckel le doy una A. A pesar de la vista, no volvería nunca: me pareció una clásica trampa para atrapar y exprimir turistas.

Y la cocina local? Se llama Kriyoyo y se pronuncia criollo. La probamos en una famosa fonda caminera que queda  entrando a Westpunt, un caserío en el extremo occidental de la isla. La fonda se llama Jaanchie's Restaurant, (Westpunt 15, Westpunt, Curaçao, teléfono +599-9-864-0126). Empezó operaciones en 1936 y es manejada por un señor algo mayor, muy simpático que es de la tercera generación de la familia. Jaanchie's recuerda fondas antioqueñas como Arrieros Semos, pero sin colgandejos y letreros chistosos en las paredes. En cambio tiene varios grandes acuarios.

Jaanchie's está en una aireada y blanca casona, rodeada por buganvilias de todos los colores. Su mayor atractivo es el constante y ruidoso trinar de cientos de pajaritos: colgadas del techo y todos los lados de la casona hay pequeñas bandejas llenas de azúcar que atraen cuanto ser volante hay en la zona. Es un divertido oír y ver las multicolores grandes y pequeñas aves y seguir los dramas que se desarrollan en las bandejas mientras pasa la larga espera por la comida: el servicio es muy lento.

El señor Jaanchie es la carta del restaurante: no hay nada escrito. El. y solo él, ofrece a los comensales los platos que piensa que les puedan gustar, y él, y solo él, determina el monto de la cuenta. Y como es la comida? Es típicamente caribeña: mucho arroz, mucho frijol, y muchos cocidos. Todo sabroso, nada especial. En la Escala de Zagat le pondría Comida: 23; Ambiente: 24; Servicio: 20; Precio: Muy razonable. En la Escala de Jaeckel de pongo una B. Lo vimos y lo probamos. Con eso basta.

En resumen: en Curaçao se puede comer muy bien, siempre y cuando uno se asesore bien y escoja restaurantes de postín.

No quiero terminar esta crónica sin mencionar las mujeres de la isla: hay dos tipos que se destacan: uno son las morenas jóvenes, menudas de finos rasgos: son  bonitas,  alegres y en ocasiones muy sonoras. Visten breves faldas y vaporosas y escotadas blusas: son comida para la vista.

El otro tipo son mujeres también morenas, pero grandes tanto en alto como en ancho, gorditas, con pelo chuto y corto. El pecho es amplio y generoso. La cintura es un tubo: prácticamente no existe. Las caderas son igualmente amplias, abundantes en carnes, y la cola es parada, como apuntando al cielo. La cara es redonda y  enmarca una amplia sonrisa con dientes muy blancos que mas bien parecen las teclas de un piano. Visten blusas y faldas de muchos  y vivos colores, aunque hay veces que lucen apretados pantalones que suben aún más la punta de la cola. Este tipo de mujer tiene nombre: se llaman MÁMAS, no por sus abultados pectorales, sino porque inspiran cariño e irradian alegría. En un pueblo de gente amable y cálida, son las más queridas de todos. Para mí son emblema de todo lo bueno de Curaçao.

Me alargé demasiado…. En los próximos días continuare escribiendo la ya comenzada nota sobre Savannah, Georgia, que para mi es – con Nueva York, San Francisco y Nueva Orleans -  uno de los cuatro Paraísos  Gastronómicos  de los Estados Unidos.

Hasta entonces,

Un abrazo,

Juan Jorge Jaeckel 

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